lunes, 21 de marzo de 2011

La última cima

      Hace tres semanas pedí al Equipo de Evangelización de la Guardia de Honor, promotores de LA ÚLTIMA CIMA en Guatemala, que prepararan una agenda "muy intensa" para mi viaje a ese país, en los días previos al estreno de la película. Lo que no podía sospechar es que interpretarían "muy intensa" por "no tener ni un segundo de descanso" y es que el viaje de siete días me iba a dejar, para siempre, atado a Guatemala.

       Hoy escribo desde Madrid, pocas horas después de regresar... y me doy cuenta que mi cabeza y mi corazón se han quedado en Guatemala, sospecho que por mucho tiempo, y deseo que para siempre. Me impresiona hasta lo más hondo ver que en Guatemala y en tantos otros lugares que tengo el privilegio de visitar, hay personas que trabajan por Dios y para Dios, por los demás y para los demás de modo desinteresado, eficacísimo. No son pocos. Es una multitud. Pero no hacen ruido. Su trabajo de amor nunca se manifiesta de modo espectacular y por eso apenas son noticia. Las Páginas de los periódicos en Guatemala y en todo el mundo se colapsan de asesinatos, violaciones, robos, secuestros, accidentes, corrupciones... Se nos informa exhaustivamente sobre los actos de cobardía y egoísmo protagonizados por anti-héroes. Conocemos lo que dicen los políticos, cantantes, futbolistas... Sabemos todo sobre sus infidelidades, sus conquitas de poder, dinero o fama, y compartimos inmediatamente sus gravísimos problemas: una lesión de tobillo, una cirugía Estética, una discusión entre rivales... Admiramos el envoltorio brillantes de tantas vidas huecas... sin mirar apenas a los veraderos héroes, que permanecen anónimos a nuestro lado. Y por eso nos quedamos tristes, después de leer la prensa.

     ¡Cómo desearía que todos pudieran conocer lo que yo he conocido durante estos días en Guatemala! He conocido a esposos que piden perdón y son perdonados. A Padres que aman a sus hijos, a hijos que aman a sus padres. A abuelos que aman a sus nietos y nietos que aman a sus abuelos. He conocido a familias felices, unidas, enteras... en cuyo álbum de fotos queda el recuerdo de una vieja ruptura que superaron con una receta sencilla y siempre eficaz: "perdón". Una palabra que debería ser noticia de portada, cada vez que alguien la pronuncie.

        He conocido a monjas de varios colores, uniformadas y sin uniforme, que son capaces de despertar la alegría y la esperanza en medio del panorama más triste. He visto cómo provocan sonrisas, crecimiento y amor, donde antes de su llegada sólo había tristeza, miedo y soledad. He conocido a mujeres valientes, que transforman los tonos grises y obscuros que describen los medios de comunicación en una explosión de colorido variado y brillante como el arco iris. Sus rostros deberían ser famosos, aplaudidos, premiados.

     ¿Cómo es posible que no conozca todo el mundo, por ejemplo, la labor de las hermanas del Colegio Bethania, o lo que hacen las Carmelitas de la Enseñanza en su centro docente "Futuro Vivo", de Las Lomas? Estas mujeres resucitan a un muerto todos los días, desde hace años... ¿y la prensa no se ocupa de ellas?

       He estrechado la mano de obispos y sacerdotes buenos que me han escuchado y me han hablado. Sus palabras y bendiciones han calado en mi interior con fuerza. Tampoco ellos son noticia. La prensa no se ocupa de las curaciones; sino de las enfermedades. Y los sacerdotes, sobre todo, curan, ése es su trabajo. Por eso no hemos oído hablar de la "Casa de los Abuelitos de la Villa de Emaús", iniciativa de un sacerdote bueno, el Padre Divassi.  Porque allí los abuelos encuentran amor, caricias, compañía, alegría, paz, salud. ¿Qué pasaría en la sociedad si hiciéramos famosos a los héroes más extraordinarios que tenemos juntos a nosotros?

       No puedo ni quiero quitarme de la cabeza la música que estos días he escuchado en Guatemala. Canciones preciosas, modernas, alegres, profundas, con ritmos variados y letras inteligentes. Canciones que llenan, porque están compuestas con amor. Sus autores no son famosos, no sabemos cómo tienen las piernas ni con quién se van a la cama. Componen y cantan al servicio de los demás, sin incrementar su propia Vanidad. Leonardo Ramírez, Fray Richard...deberían ser más famosos de lo que son. 

      No, no es cierto que Guatemala sea un país pobre, violento y corrupto, cómo deduciríamos del análisis de los medios de comunicación. No es cierto que solamente tengamos motivos para estar tristes, profundamente tristes. Nos falta el contraste, el contrapunto. Nos falta centrar nuestra mirada en una realidad más extensa, y hermosa que apenas refleja la prensa. Nos falta centrar la mirada en el amor, la generosidad, la alegría. Nos falta mirar a Dios y a las personas que han puesto su confianza en Dios.  Cambiaría completamente el rumbo de nuestras vidas. El mundo está lleno de personas enamoradas de Dios, que destacan por la eficacia de sus vidas. "En estos reconocerán que sóis mis discípulos: en que os amáis los unos a los otros como yo os he amado". Tenemos tantas buenas noticias que dar y celebrar. El mundo rebosa amor, aunque nadie lo cuente. Podemos ser nosotros los protagonistas de las historias que merecen la pena ser contadas. ¿A qué estamos esperando?

     Gracias Alejandro y a tu equipo de trabajo, por haberme mostrado en estos días intensos, el paisaje más hermoso de Guatemala. Gracias por haberme presentado a tantas personas que han provocado lo fundamental en mi vida: ¿Qué puedo hacer yo por los demás? Ninguna otra cima es más alta que ésa.

                                  Juan Manuel Cotelo.
                 Director del largometraje Documental.
                                  LA ULTIMA CIMA.

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